En México, se cuenta con una superficie agropecuaria del orden de los 329,815.44 km2. De las cuales, el 53% corresponde a Agricultura de Temporal, la cual sus ciclos de producción dependen totalmente de las condiciones climáticas anuales, lo que hace sumamente vulnerables a fenómenos meteorológicos cada vez más severos, derivados de los efectos del Cambio Climático. De ahí que resulta fundamental que sea necesario un cambio de paradigma para los modelos de producción rural, buscando que dichas actividades busquen ser resilientes ante procesos tan cambiantes como lo es el clima.
En ese sentido, actualmente ha recobrado impulso, el desarrollo de enfoques de manejo holístico, la agricultura y ganadería regenerativa y el uso de herramientas de diseño hidrológico de los paisajes rurales. De modo que se posicionan como un importante aliado en materia de recuperación de suelos degradados, la captación de agua, secuestro de carbono y generación de productividad primaria.